Nutri-Score cumple 5 años, el semáforo más independiente hasta la fecha

Saber y comprender lo que compramos y comemos es fundamental, por eso un etiquetado nutricional es importante para permitir esto. Pero entonces nos surge una pregunta, ¿qué pasa con los productos pocos saludables?, ¿tiene la industria alimentaria la voluntad de etiquetar de forma negativa estos productos? Vamos a repasar un poco la historia del etiquetado nutricional y como la industria comenzó una sofisticada campaña de cabildeo contra la introducción de esta.

La principal motivación para usar un sistema de etiquetado nutricional surge por los grandes retos de salud pública como el desarrollo de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y numerosos cánceres. Los patrones de alimentación poco saludables están muy extendidos en toda Europa. Según la Organización Mundial de la Salud, en la Región Europea, el 59% de los adultos y casi 1 de cada 3 niños tienen sobrepeso o viven con obesidad y, sin acción, este número crecerá sustancialmente en la próxima década.

Pero a pesar de estos datos, la industria alimentaria no quiere una etiqueta nutricional clara para exponer productos con demasiada azúcar, grasa y sal. Y por eso la industria lleva ejerciendo una fuerte oposición a través de estrategias de cabildeo, como: Ocultar la etiqueta o presionar por etiquetas amigables con la industria.

Desde el 2004, donde se realizó la primera discusión europea sobre la introducción de una etiqueta nutricional europea obligatoria, la industria se ha esforzado e invirtió hasta la fecha más de mil millones de euros en realizar etiquetas amigables con la industria (diseños que son contrarios a la intuición y no permiten a los consumidores saber de un vistazo qué tan equilibrado es un alimento).

El algoritmo en el que se basa Nutri-Score fue desarrollado en 2005 por un equipo de investigación de la universidad de Oxford, pero no es hasta 2014 cuando nace Nutri-Score. Consiste en un logotipo de 5 colores asociados a letras que describen 5 clases de calidad nutricional, del verde oscuro para la calidad óptima (letra A) al rojo (letra E) para la peor. Se basa en un sistema de puntos que se atribuyen en función de la composición nutricional por 100 g o 100 ml de producto. Por un lado, se valora los aportes nutricionales positivos (proteínas, fibra dietética y porcentaje de frutas, verduras, leguminosas, frutos oleaginosos y aceites de oliva, nuez y colza) y por otro los considerados negativos (calorías, grasas saturadas, azúcares simples y sodio). La puntuación final resultante se sitúa entre -15 (mejor calidad nutricional) y +40 (peor calidad nutricional).

El primer país en adaptar este sistema fue Francia en 2017, el sistema de etiquetado Nutri-Score es voluntario para los fabricantes que decidan establecerlo, a falta de que la normativa europea decida sobre su obligatoriedad. En 2020, ha sido adoptado por muchos países de la Unión Europea, entre ellos, España.

Numerosos estudios y experiencias ya lo demuestran: el semáforo Nutri-Score ayuda a las personas a tomar decisiones más saludables y brinda a los fabricantes un incentivo para revisar sus recetas y mejorar la calidad nutricional de sus productos.